Realmente no esperábamos ese golpe tan duro. Perdimos contra un rival inferior, que se agranda cada vez que nos enfrenta. Durante todo el año siempre fuimos superiores, pero lamentablemente nunca pudimos poner de manifiesto esa superioridad, sobre todo en lo indivual. Ahora ni siquiera tenemos ganas de lamentarnos. El fútbol es así, no siempre gana el mejor.
Eso sí, creemos que si hubiera habido un poco más de voluntad en algunos de nuestros jugadores, estamos seguro que la historia sería otra en este momento. Problemas siempre han habido en todas las instituciones, pero cuando hay hidalguía y profesionalismo, todo se olvidaba dentro del gramado verde.
Así que, el domingo 12 cuando estábamos todos alistándonos para festejar, la tarde se nos volvió negra y el amargo nudo en la garganta sabía a hiel inmunda que carcomía nuestro orgullo.
Esperamos que esto no se vuelva a repetir y que para los próximos partidos vuelva la alegría a nuestra maltratada institución.
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