Había una gran certeza del resultado que se iba a dar frente a Destroyers. Los muchachos estaban seguros de que el triunfo iba a ser un hecho. No lo decían pero lo palpitaban. Y es que había mucha bronca y frustración porque durante todo el año "ellos" nos había amargado siempre. No porque fueran superiores a nosotros, sino porque no tuvimos esa dosis de fortuna que se necesita para a veces para ganar los partidos.
Sin embargo, el espíritu combativo de nuestros LEONES no cesó en ningún momento en su lucha por conseguir el triunfo, que, por justicia, al fin se dio.
Aunque habíamos comenzado perdiendo, pronto nos recompusimos y en contados minutos Vaca puso las cosas en orden. De ahí en más, apretamos con todo y en varias ocaciones el gol se negaba en llegar. Hasta que un Zapatazo de Galvis nos hizo estallar de alegría, cuando al cronómetro le faltaban a penas 5 minutos para que finalice el partido.
Nadie pudo disimular los sentimientos que resultaros después del gol. Nosotros confundidos en un abrazo descontrolado de euforia y Ellos masticando la rabia que varias veces nos tocó probar. Lamentablemente, un hijo nuestro, amante de nuestro equipo y de tradición realista se embriagó de ira y cobardemente propinó una patada en la espalda del más joven de nuestro equipo. Imaginense de quien se trata el mentado agresor.
De todos modos, los LEONES no pierden la humildad y con la misma responsabilidad esperarán a Real América este jueves 6 en el Tahuichi. Allá estaremos queridos guerreros blancos del pajonal.
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